Por: Biol. Roger Gabriel Espejel Gónzalez.
Desarrollo rural sostenible: una estrategia para impulsar comunidades resilientes en México
El desarrollo rural sostenible es un concepto que busca mejorar el bienestar social y las actividades económicas en los territorios rurales, asegurando la conservación de los recursos naturales y los servicios ambientales. En México, el desarrollo rural sostenible es una política pública que se enmarca en el Programa Sectorial de Agricultura y Desarrollo Rural 2020-2024, el cual tiene como objetivo construir un sistema agroalimentario y nutricional justo, saludable y sostenible.
Para lograr este objetivo, se requiere de una serie de acciones e iniciativas que promuevan la productividad, la inclusión, la innovación, la adaptación y la mitigación de los riesgos agroclimáticos en el sector agropecuario, acuícola y pesquero. Algunas de estas acciones son: el fomento a las prácticas de producción sostenibles, la inversión en el desarrollo de capital físico, humano y tecnológico, el aprovechamiento responsable del suelo y el agua, la promoción de una mayor certidumbre en la actividad agroalimentaria y la modernización del marco normativo e institucional.
A nivel nacional, se han implementado diversos programas y proyectos que buscan impulsar el desarrollo rural sostenible en diferentes regiones y sectores. Por ejemplo, se ha impulsado la producción de alimentos básicos y estratégicos, como maíz, frijol, arroz, leche y carne, que contribuyen al 75% del suministro de energía alimentaria en el país. También se ha apoyado la conservación y el uso sustentable de los recursos naturales, como los suelos, la agrobiodiversidad y los polinizadores. Asimismo, se ha fomentado la participación social y la organización de los productores rurales, mediante las mesas técnicas agroclimáticas y los consejos municipales de desarrollo rural sustentable .
Sin embargo, el desarrollo rural sostenible también enfrenta una serie de desafíos y obstáculos que limitan su avance y su impacto. Algunos de estos son: la pobreza y la marginación de una gran parte de la población rural, la falta de infraestructura y servicios básicos en las zonas rurales, la dependencia de los subsidios y los programas asistencialistas, la baja competitividad y diversificación de las economías rurales, la vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático y los fenómenos naturales, la pérdida de la cultura y las tradiciones rurales, y la falta de coordinación entre los diferentes niveles y actores involucrados en el desarrollo rural .
Ante este panorama, es necesario fortalecer el papel del extensionismo como una herramienta clave para el desarrollo de las capacidades de los productores rurales. El extensionismo es un proceso educativo que busca transferir conocimientos, tecnologías e innovaciones a los productores rurales para mejorar sus prácticas productivas, su organización social y su gestión ambiental. El extensionismo también facilita el intercambio de experiencias y aprendizajes entre los productores rurales y otros actores del desarrollo rural, como las instituciones académicas, las organizaciones civiles y las autoridades gubernamentales.
El extensionismo puede contribuir al desarrollo rural sostenible al promover una mayor productividad e ingresos para los productores rurales, al impulsar una mayor inclusión social y equidad de género en el sector rural, al fomentar una mayor adaptación y resiliencia ante los riesgos agroclimáticos, al incentivar una mayor conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, y al generar una mayor conciencia y compromiso con el desarrollo rural sostenible entre los productores rurales y la sociedad en general.

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