Por:  Biol. Roger Gabriel Espejel Gonzalez

En el discurso de la sostenibilidad, la economía circular se ha presentado como la solución definitiva para nuestros problemas ambientales. Se nos ha dicho que, al adoptar prácticas de consumo responsable, como el reciclaje y la reutilización, podemos contribuir a cerrar el ciclo de vida de los productos y proteger el medio ambiente. Sin embargo, es hora de cuestionar la realidad detrás de esta estrategia y la manera en que se ha delegado la responsabilidad al consumidor.

La economía circular, en teoría, busca un modelo en el que los productos sean diseñados para ser reutilizados, reparados o reciclados, minimizando así el desperdicio y la extracción de nuevos recursos. Sin embargo, en la práctica, la carga de la implementación recae principalmente en el consumidor. Se nos insta a separar nuestros desechos, buscar opciones de compra sostenibles y asumir la responsabilidad de reciclar correctamente. Pero ¿es justo que se nos pida tanto?

La realidad es que la economía circular debería ser liderada por las empresas y no por los consumidores. Son las compañías las que tienen el poder y los recursos para diseñar productos más duraderos, fomentar la reutilización y establecer sistemas de recogida y reciclaje eficientes. Sin embargo, en muchos casos, estas empresas han externalizado su responsabilidad y nos han hecho creer que la solución recae en nuestras manos.

Además, la implementación de la economía circular es mucho más compleja de lo que se nos ha hecho creer. Requiere de infraestructuras adecuadas, inversión en tecnología y un cambio profundo en los modelos de negocio. No todos los consumidores tienen acceso a estas facilidades y muchos se ven limitados por su situación económica o geográfica.

Es crucial reconocer que la economía circular, tal como se ha presentado hasta ahora, puede generar una carga desproporcionada sobre los consumidores. La sensación de responsabilidad individual puede llevar a la culpabilización de quienes no pueden cumplir con las expectativas impuestas. Además, esta delegación de responsabilidad puede desviar la atención de las acciones y responsabilidades reales de las empresas.

En lugar de cargar exclusivamente con la responsabilidad individual, debemos exigir a las empresas que asuman un liderazgo real en la transición hacia la economía circular. Esto implica una mayor inversión en investigación y desarrollo de productos sostenibles, así como en infraestructuras y sistemas eficientes de recogida y reciclaje. También es necesario un cambio en las políticas y regulaciones que promueva la responsabilidad corporativa y desincentive la obsolescencia programada.

Es importante destacar que nosotros, los consumidores también tenemos  un papel fundamental en la economía circular. Además de exigir a las empresas un liderazgo real en esta transición, debemos tomar medidas individuales para promover un consumo responsable y participar en prácticas de reutilización y reciclaje. Juntos, consumidores y empresas, podemos impulsar un cambio significativo hacia un modelo más sostenible.

Me encantaría conocer tu perspectiva sobre este tema tan relevante. ¿Has experimentado la carga de responsabilidad como consumidor en la economía circular? ¿Crees que las empresas deberían asumir un papel más activo en este proceso? Déjame tus comentarios y compartamos ideas para promover un cambio significativo hacia un futuro más sostenible. ¡Tu opinión cuenta!

Por cDr Roger Gabriel Espejel González

Con una licenciatura en Biología y una trayectoria profesional de más de 10 años en diversas áreas, incluyendo el ámbito rural, urbano e industrial, me he especializado en la producción acuícola y el desarrollo rural. Durante este tiempo, he brindado asistencia técnica a grupos de productores urbanos y rurales en el centro y sur del estado de Veracruz, aplicando y desarrollando técnicas para optimizar la producción en núcleos de traspatio. Además, he sido productor acuícola, lo que me ha permitido poner en práctica los conocimientos adquiridos en el campo. Posteriormente, decidí enfocar mi carrera en el ámbito ambiental y, por ello, me postulé como candidato al Doctorado en Gestión Ambiental. Durante mi formación académica, he llevado a cabo diversos estudios ambientales en el sector industrial y privado, adquiriendo experiencia en áreas como gestión de residuos, evaluación de impacto ambiental y sostenibilidad. Además, he participado activamente en proyectos ambientales en la Región Sur de Veracruz, con especial énfasis en la conservación de la biodiversidad y la restauración de ecosistemas. A lo largo de mi carrera profesional, he colaborado con los tres niveles de gobierno en asuntos ambientales, así como con organizaciones no gubernamentales y empresas privadas. Mi enfoque se basa en tres principios fundamentales: ética, puntualidad y profesionalismo. Estos valores me guían en mi trabajo diario y me permiten generar un impacto positivo en la conservación ambiental y en el desarrollo sostenible.

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