Plástico, inundaciones y conciencia ambiental

A partir de los acontecimientos recientes en el norte de Veracruz, donde invaluables vidas se perdieron, infraestructuras quedaron destruidas y localidades enteras colapsaron bajo el peso del agua, el país fue testigo de un fenómeno tan devastador como revelador. Entre los múltiples registros del desastre, una imagen recorrió los medios con especial fuerza: la de un restaurante flotante que, tras ser arrancado de su sitio original, navegó por kilómetros a través del Golfo de México hasta encallar finalmente en las costas de Coatzacoalcos.

La escena es tan insólita como simbólica: si un objeto de tales dimensiones pudo ser arrastrado por la corriente, ¿qué sucede entonces con los millones de residuos plásticos, botellas, bolsas y desechos urbanos que se acumulan a diario en calles, drenes, canales y basureros informales?

La respuesta es tan clara como preocupante.

Durante los eventos de lluvia y las crecientes de los ríos, esos residuos son arrastrados sin control por los escurrimientos superficiales y fluviales, convirtiéndose en una ola invisible de contaminación que avanza junto con el agua. Lo que comienza como un aparente problema de manejo inadecuado de residuos en las ciudades —quizás originado por los propios ciudadanos— termina degradando cuerpos de agua, afectando ecosistemas costeros y agravando los impactos de las lluvias incluso en urbes alejadas del litoral, debido a la obstrucción de sus drenajes.

Los plásticos y sólidos tapan coladeras, bloquean rejillas pluviales, reducen la capacidad de desagüe y provocan que las calles se conviertan en cauces improvisados. Así, los efectos del cambio climático —que intensifica las lluvias— se combinan con la falta de cultura ambiental, generando daños que pudieron haberse evitado.

De acuerdo con el Inventario Nacional de Fuentes de Contaminación Plástica (PNUD–SEMARNAT, 2022), un mexicano genera en promedio 59 kilogramos de residuos plásticos al año, equivalentes a 0.16 kilogramos diarios por persona. Veracruz, con su intensa actividad comercial, turística y portuaria, no es la excepción. Si bien la entidad ha implementado medidas para reducir plásticos de un solo uso y fomentar la reutilización, el desafío sigue siendo monumental: una buena parte de los residuos aún no llega a una disposición final controlada.

Las inundaciones del norte de Veracruz —aunque excepcionales por su intensidad— no representan un caso aislado. Ciudades y localidades en toda la franja del Golfo de México, así como en otras regiones del país, enfrentan cada año problemas similares, sobre todo aquellas que colindan con ríos o se ubican en cuencas bajas. Y lo mismo ocurre en otras partes del mundo: desde las tormentas del sudeste asiático hasta los monzones africanos, los ríos urbanos se han convertido en corredores de desechos que terminan depositándose en los océanos.

A pesar de los esfuerzos gubernamentales para fortalecer la gestión integral de residuos y promover campañas de educación ambiental, la conciencia colectiva aún no está a la altura de los desafíos que impone el consumo desmedido de productos de un solo uso. Urge establecer políticas más firmes y coherentes que regulen la producción, comercialización y disposición final de estos materiales, al mismo tiempo que se fortalecen los incentivos para la economía circular, la reutilización y el rediseño de empaques.

La responsabilidad no recae únicamente en el ciudadano que tira basura, sino en toda una cadena de valor que produce, distribuye y tolera un modelo de consumo lineal, donde lo desechable se ha vuelto norma.

Los desastres provocados por las lluvias no solo arrastran estructuras y vidas; también exponen la fragilidad de un modelo urbano que ignora su propio impacto ambiental. En cada bolsa arrojada a la calle y en cada envase que no llega al contenedor adecuado se esconde una decisión humana que, al repetirse millones de veces, termina moldeando el curso de los ríos y definiendo el futuro de nuestras comunidades.

En Ecosustenta creemos que la gestión ambiental no comienza con la emergencia, sino con la prevención. Entender que cada residuo tiene un destino y una consecuencia es parte de construir una verdadera resiliencia ante el cambio climático.
Porque en Ecosustenta te decimos lo que nadie te dice: no hay ciudad sustentable posible si seguimos esperando que el agua se lleve lo que nosotros mismos no queremos ver.

 

Referencias

  • Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Inventario Nacional de Fuentes de Contaminación Plástica en México. Ciudad de México, 2022.
  • Secretaría de Protección Civil del Estado de Veracruz. Informe de afectaciones por lluvias y crecidas 2025 (Zona Norte). Gobierno del Estado, octubre de 2025.
  • Organización de las Naciones Unidas (ONU). Informe sobre Contaminación Marina y Plásticos, 2023.
  • Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). Atlas de Inundaciones 2024: Regiones Hidrológicas Prioritarias.
  • Banco Mundial. Gestión de residuos sólidos y vulnerabilidad urbana ante el cambio climático en América Latina y el Caribe, 2022.

 

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